El cuarto árbitro, Diego Flores, sufrió un trauma acústico severo producto de los lanzamientos de fuegos artificiales que cayeron a la cancha.
Estaba todo dado para que fuera un tremendo espectáculo de fútbol y vivimos una de las mayores vergüenzas deportivas del último tiempo. El clásico entre la Universidad de Chile y la Universidad Católica, tuvo que ser suspendido por una lluvia de fuegos artificiales que dejó al cuarto árbitro y un camarógrafo con daños.
Durante la semanas previas al partido, el Bulla tuvo que hacer un arduo trabajo para encontrar un estadio donde jugar el clásico ante los cruzados. El Ester Roa de Concepción, aceptó recibirlo, pero para mayor resguardo prohibió el ingreso de hinchas visitantes. Al final eso no sirvió de nada, porque sus enemigos venían de líneas propias.
El partido no era bueno, eso sí el dominio del balón era de la U y por ello fue mayor la sorpresa de las bengalas y fuegos artificiales. Minuto 31 y unos imbéciles comenzaron a lanzar bombas de ruido en el sector donde se ubican las bancas de los equipos. Una de ellas explotó cerca del cuarto árbitro, Diego Flores, quien sufrió un trauma acústico severo.
“Es una situación grave, no están dadas las condiciones para seguir el partido. Hay varios heridos, incluyendo al cuarto árbitro y carabineros. El partido queda suspendido”, informó el Delegado Presidencial, Humberto Toro.
“Esta gente se representa a sí misma, no al fútbol. Terminamos con trabajadores heridos, un árbitro que está mejor, pero que no está en condiciones para seguir. Es una lástima, llegar a esto, a suspender los partidos”, indicó Yamal Rajab, gerente de Ligas Profesionales de la ANFP.