La gran final de América se definió en el alargue, momento en que el gol de John Kennedy, desniveló y le dio el título a los brasileños.
Después de una semana bien complicada en las playas de Río de Janeiro, por fin se jugó la final de la Copa Libertadores de América. Fluminense y Boca Juniors animaron un partido definitivo que estuvo lejos de ser lo prometido.
Una final lenta, con pocas emociones, donde cada equipo aprovechó las que tuvo. En definitiva un 2-1 a favor de los brasileños que aguantaron los últimos 18 minutos de partido para que no le robaron la copa.
El partido comenzó tibio. Los brasileños se adueñaron del medio campo y aprovecharon una buena jugada colectiva en el minuto 36, que concluyó con un gran remate de Germán Cano para marcar el 1-0.
En el segundo tiempo Boca buscó más, pero estuvo muy poco fino. Tampoco es que se haya generado muchas oportunidades, de hecho el gol del empate fue un remate de distancia de Luis Advíncula, tras una mala presión de los brasileños.
De ahí en más ninguno de los dos trató de sacar provecho de espacios o se atrevió a generar riesgos. Era cosa de esperar para que se jugara el tiempo suplementario.
Ya en los 30 minutos de adición, los brasileños se adueñaron de la pelota y fueron por el triunfo. Entre la lucha en el medio campo apareció una buena jugada. Keno bajó en el área una pelota con la cabeza y le dio un pase a John Kennedy, que de primera marcó.
Ese gol fue suficiente para darle el primer título de Copa Libertadores al Fluminense.
