Si bien ambos han tenido problemas extra futbolísticos, su salida del cuadro azul se debería al paupérrimo nivel que han mostrado en lo deportivo.
Días difíciles ha tenido Pablo Aránguiz, esta semana. Fue acusado de amenazar y de golpear a un guardia de seguridad de un centro nocturno en la madrugada del lunes, ese hecho le costó no estar citado en el duelo de ida de la semifinal de la Copa Chile de ayer miércoles, pero lo peor es lo que se conoció hoy.
Durante esta jornada se dio a conocer que la dirigencia de Azul Azul, quiere deshacerse del volante, pero esta decisión iría más allá de lo extra futbolístico, sino más bien por un tema de rendimiento. Desde que la U compró su pase a Dallas, por US$700 mil, salvo el inicio de su aventura en el bulla, nunca ha encontrado continuidad ni le ha alcanzado para ser titular indiscutido.
Si a eso le sumamos la serie de problemas que ha tenido fuera de la cancha, que incluye peleas con hinchas de su propio equipo, mejor ni tenerlo considerado para la próxima temporada. Por ello ya le buscan club para que se vaya a préstamo en el 2023.
El caso de Ronnie Fernández pasa netamente por su mal nivel futbolístico. Aunque también se podría sumar a su mala relación con Cristóbal Campos, uno de los jugadores más proyectables que tiene Universidad de Chile.
Bueno, si nos remontamos solo a lo que ocurre en cancha, el ex Wanderers no ha anotado desde el Superclásico, desde ahí ha jugado en 11 encuentros sumando 2 asistencias y 4 tarjetas amarillas.
De hecho, las cartulinas amarillas son su gran problema y suma más en ese hecho negativo que entre goles y asistencias. En 30 partidos ha alcanzado 10 amonestaciones, 5 anotaciones y ha ayudado en 3 goles. Un pobre registro, que haría que Azul Azul, evaluara su continuidad al final del Torneo Nacional, aún con contrato vigente.